Aurora austral (propio)

“The past is never dead. It’s not even past.”
Requiem for a Nun, William Faulkner

1-1

Todo volvió a suceder en su cabeza con los resplandores del fuego antiaéreo. Al principio en un remolino de imágenes caóticas, enseguida casi en el mismo orden en el que habían sucedido, cinco años atrás.

El camión verde con toldo de lona seguido de dos autos civiles llegó con puntualidad naval hasta donde lo aguardaba el transporte con el motor en marcha, las operaciones se planeaban con cuidado y se cumplían hasta en sus mínimos detalles. Las luces de los vehículos eran casi toda la iluminación en ese apartado solitario del aeroparque de Buenos Aires, a unos doscientos metros de la cabecera de la pista.

Al presentarse, el Capitán de Navío señaló que estaba allí en calidad de invitado.

En circunstancias especiales se ocupaba él mismo de supervisar la carga pero esa vez esperaba no tener que hacerlo, si incluían mujeres quería evitar saberlo. Le fue imposible, el grupo que hacía el “traslado”, el oficial a cargo, los tres suboficiales, incluso el médico, tuvieron que esforzarse para subirlos a bordo. Al menos no debió ayudarlos. Continue reading

El precio del atún en el mercado de Tsukiji (propio)

“¿Cuál es el valor de lo que no tiene precio?”

(a modo de koan)

Cerró su puño, e instantáneamente dió un fuerte tirón hacia atrás. Luego liberó el sedal y siguió tan inmutable como siempre.

Aguardó mientras la línea se alargaba velozmente, era solo una posibilidad pero tal vez fuera un “oro negro”. Cuando lo creyó conveniente jaló con las dos manos y comenzó a recogerla. Midió la fuerza del otro, y la suya, y habrá concluido que la ventaja no favorecía a ninguno.

Luego, se volvió en busca de alguien más joven. Cada uno estaba allí para hacer lo suyo pero llegado el caso podría necesitarlo. La mitad de los hombres que laboraban sobre cubierta había alcanzado la edad indefinida de los pescadores de la zona, Mitsuharu parecía haberla sobrepasado. El respeto que los otros le dispensaban al llamarlo senpai no dejaba dudas, era tenido por mayor aún que ellos o por más sabio, o seguramente una combinación de ambas razones. Por supuesto que a Mitsuharu le gustaba más pensar en lo segundo. Había pescado desde pequeño en el peligroso caladero y lo conocía como nadie. Continue reading

Alabama Blues (propio)

“I never will go back to Alabama that is not the place for me” (1)

Una franja de luz matinal se levantaba en el horizonte de Alabama, el aire­ de la costa llegaba suave, húmedo y fresco. La llovizna, cada tanto, renovaba el brillo del pavimento. Detuvo la vieja F150 en el KFC de Saraland por una taza de café caliente. En la gasolinera de Jacintoport Blvd. compró cervezas y luego condujo hacia el norte por la US-43 mientras en la ruidosa radio sonaba John Mayall ”I never will love Alabama/ Alabama seem to never have loved poor me…” (2)

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Quemacoches (propio)

Surgió de la oscuridad como si se hubiese deslizado hasta allí desde la nada, sin que hubiera podido alguien decir como lo hizo, eso, surgir de la nada. La variedad del atuendo daba a su apariencia una expresión algo estrafalaria. De no haber sido por ese detalle, la irrupción de la muchacha en la curva que seguía la calle antes de descender hacia la avenida, hubiera resultado irrelevante.

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“Muhammad Ali”, por Cassius… (propio)

A veces las historias se escriben solas. A Gay Talese.
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Finalmente había llegado al lugar donde de algún modo todo había comenzado.

Ignoro porque mi padre se empeñó toda su vida en sostener que yo había nacido el mismo día en que Cassius Clay, contra todo pronóstico, le arrebató el titulo mundial de los pesos pesados a Sonny Liston, el indeseable presidiario convertido en boxeador, capaz de demoler dos veces a Floyd Patterson antes de finalizar el primer asalto, la primera en apenas dos minutos con seis segundos, la segunda solo cuatro segundos más que en el primer combate. Continue reading

La ordalía de las aguas amargas (propio)

Maror zé (en hebreo, literalmente “esta amargura”), Hagadá de Sarajevo (detalle), Barcelona, 1350.
“…y hay candado pero no llaves

y hay pavor pero no lágrimas…”

Alejandra Pizarnik

I

Soplaban vientos de cenixas.

Como todos los días sextos preparó el guiso que llaman hamín. Mandó la limpieza de la casa y luego, dispuso la mesa. Desplegó el mantel de lino de Flandes bordado con hilos de seda, la vajilla y los candiles del shabat. En eso estaba cuando la criada le interrumpió para decirle que la vendedora de higos había llegado.

-Oy no. Dile a Marinha que vuelva en tres semanas. Que desde agora kontaré los diyas.

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