“Habla, memoria”, por Juan Forn

Podría transcribir cualquiera de todas esas contratapas que Juan Forn ha escrito desde el 2008 en Página/ 12, son tan buenas que cuesta elegir una, pero me decido por esta, y no al azar, sino porque me gusta pensar en esos textos suyos de los viernes como en una colección de valiosas piezas de netsuke que nos dejó en herencia. Gracias por la herencia, gracias por todo Juan Forn.

Hay una historia entre Cézanne y Zola que siempre me fascinó: el padre de Zola muere, la familia llega a Aix-en-Provence en medio de penurias económicas, el niño Emile es encarnecido en la escuela, por nuevo, por pobre, por raro. Un solo compañero sale en su defensa, no le importa recibir una paliza de los demás por esa causa. El joven Zola le deja una canasta de manzanas en su puerta. Los dos muchachos se hacen amigos, leen a Virgilio, quieren ser artistas. Años después, cuando ya es un escritor de éxito, es Zola quien anima al tímido Cézanne a ir a París. Pero la amistad se malogra: Zola empieza a encontrar molestos los infortunios y las quejas de Cézanne, escribe una novela sobre un pintor incomprendido por su época y con eso hiere y aleja a su amigo. ¿Qué hace Cezanne entonces? Empieza a pintar sus famosas naturalezas muertas con manzanas: como devolviendo una por una aquellas de la canasta que el joven Zola le ofrendó en prenda de amistad, en los lejanos años de Aix. Continue reading