La noche del Destino (propio)

“La Noche del Destino vale más que mil meses”,
Corán, 97:3
“…Tú recuerdas todo lo que hicimos durante el año,
aún en aquellos momentos en los que pensamos que nadie nos veía”
tefilå Unetané Tokef

A comienzos de cada año judíos y musulmanes son medidos repetidamente, lo que determina que sucederá. Hay una Noche del Destino en el Islam y un Día del juicio para los judíos -es llamativo que no haya un equivalente cristiano, la otra gran religión del libro.

Allah reveló el Corán al Profeta durante Laylat al-Qadr, por eso la Noche del Destino es también llamada “la noche del Decreto”, la noche del descenso del Corán. Pero más allá de cualquiera sea la etimología de “Qadr”, poder, destino, medida, valor, hay una aceptación extendida de que en esa ocasión, anualmente, los ángeles descienden para medir y determinar los destinos.

Hay una fecha similar en el calendario judío, Iom Hadín, cuando Adonai examina a sus criaturas y decreta su porvenir ese año. Pero antes de esos momentos cruciales, que anteceden al gozo si se obtiene el favor esperado, los fieles deben mirarse a sí mismos y ofrecer su arrepentimiento. Así es que aún desde la perspectiva religiosa, si bien el destino lo determina dios, antes depende de los propios hombres. Nadie lo dice mejor que Maimónides en las Reglas del Arrepentimiento; “No aceptes en tu pensamiento lo que dicen los tontos de la naciones y de Israel que el Santo Bendito Sea decreta sobre el hombre desde el comienzo de su creación, que sea justo o malvado, no es así sino que cada hombre merece ser justo como Moisés o malvado como Joroboam, sabio o tonto, misericordioso o cruel, ruin o noble, así como todo lo demás, y nadie le impondrá ni decretará sobre él ni lo arrastrará a uno de los dos caminos, sino que por sí mismo se inclina hacia la senda que desee.”

Las fechas de las celebraciones difieren, las discrepancias en el calendario se suman a otras, y todas no valen nada frente a las coincidencias. Ya sea en una de las noches impares de los últimos diez días de Ramadán, o el primero de tishrei, Rosh Hashaná, ambas creencias dictan el arrepentimiento. Arrepentirse tiene el sentido de volverse, apartarse del error y regresar, tawbah en árabe, en hebreo teshuvá, cambiar de dirección. No se requiere ser creyente para reconocer el valor de los libros sagrados, hay mucha sabiduría en ellos que convendría no olvidar.

No soy religioso, ni creo que la interminable cadena de rencores que desangra a judíos y palestinos sea un caso religioso, sólo hago una reflexión que podria ser útil a cualquiera estos días, el arrepentimiento parece aconsejable para encaminar el destino. Urdirlo del modo más feliz posible.

Copyright ©Ricardo Carrera

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